Comencé a tener inquietud por la interpretación a los trece años, cuando pise un escenario por primera vez con mi querido Lope de Vega, su «Perro del Hortelano» y ese personaje maravilloso llamado Tristán.

Desde ese momento supe que esta no iba a ser la primera vez que pisara las tablas.

Tampoco sabia qué caminos me llevaría a recorrer así que me lié la manta a la cabeza y, con diecisiete años, empecé a formarme en la Escuela de Cristina Rota.

Fueron cuatro años de investigación, esfuerzo, dedicación. Fue la primera vez que llegaba a sentirla interpretación de una manera más auténtica y entendí que era una forma de vida ¡Mi nueva forma de vida! 

Movido por Stanislavski y con un mundo nuevo por descubrir me aventure en mi vocación de una manera profesional.

La vida también, desde que tengo uso de razón, me puso en el camino la música y puedo decir que ella me ha evocado personajes maravillosos y me ha hecho descubrirme a mí mismo.

Inquieto, apasionado, lleno de ganas, con el paso del tiempo y la experiencia he sido más consciente de lo que significa este mundo en el que me muevo y me ha convertido en la persona que soy ahora: un hombre comprometido, sensible a lo que me rodea y vulnerable cuando lo merece .

De esta forma, y mirando adelante, es la actitud de vida que he elegido.

Siempre con una sonrisa , resolutivo y sin perder el tiempo es como afronto los nuevos retos; Porque los golpes son duros si no los abrazas.

En fin, suelo llamar a subirse a un escenario durante 20 años y a esas ganas de seguir: «inconsciencia».

Porque solo un niño tiene la inconsciencia e inocencia para adentrarse en nuevos mundos o mejor «Nuevos personajes».

Por eso siempre escucho al niño que fui y en el que me he convertido.

Este nene os saluda y os da la bienvenida.

Si queréis saber más, dad un silbidito y ahí estaré; 

Pero si me llamáis creo que resultara mejor.